Reboiro

Hoy lloramos la partida de nuestro admirado Antonio Fernández Reboiro, fallecido ayer en España. Integrante del primer equipo de diseñadores de carteles de cine del ICAIC, Reboiro contribuyó, junto a otros grandes cartelistas como René Azcuy, Ñiko o Eduardo Muñoz Bachs, a dar a conocer la escuela gráfica del cartel cubano a nivel internacional y a convertir en arte el cartel de la Revolución.

Nacido en 1935 en Camagüey e hijo de inmigrantes españoles, Antonio Fernández Reboiro estudió medicina durante seis años antes de dedicarse a la arquitectura y el diseño en la Universidad de La Habana. Fundó una revista turística en inglés, Havana Picture Guide, y colaboró con el arquitecto Ricardo Porro en la construcción de las escuelas de arte de La Habana. En 1963, se incorporó al departamento de carteles del ICAIC. Este verdadero laboratorio de experimentación le ofreció durante casi dos décadas un espacio de libertad formal donde dar rienda suelta a una imaginación desbordante influenciada tanto por el Art Nouveau, el Art Decó o el constructivismo geométrico como por el op art, el pop art o el arte psicodélico.

Antonio Fernández Reboiro vivía en España. Allá continuó diseñando para el mundo cinematográfico y teatral. La inspiradora psicodelia metafórica de sus obras es inmediatamente reconocible. Luz y color se derraman de sus carteles, que delatan una audacia muy especial e intrépida a la hora de concebir combinaciones cromáticas. A él le debemos íconos como Harakiri -que al ganar el premio especial en el International Poster Show de Colombo, Sri Lanka, se convirtió probablemente en el primer cartel cubano premiado en el extranjero-, y Moby Dick, que contrariamente a otras interpretaciones de la obra que representa, no se centra en la angustia del ser que se debate y se consume en su búsqueda de venganza, sino que prefiere representar la exuberancia deslumbrante de una naturaleza que se resiste a ser domada por el hombre.

Reboiro nos ha dejado un importante legado, y por ello hoy es centro de toda nuestra admiración y de nuestro más profundo agradecimiento. Su aliento se ha apagado, pero la monumental obra que nos deja seguirá inspirando a las futuras generaciones de diseñadores cubanos.

Cartel cubano.

Obras de Antonio Fernández Reboiro:

“Dulce pájaro de juventud” (Richard Brooks, 1972)

“Aprendiendo a morir” (Pedro Lazaga, 1964)

“Los años verdes” (Jaime Salvador, 1967)

“Las criaturas” (Agnès Varda, 1969)

“El samurái” (Jean-Pierre Melville, 1969)

“Juego de masacre” (Alain Jessua, 1967)

“Las visitaciones del Diablo” (Alberto Isaac, 1970)

“Moby Dick” (John Huston, 1968)

“Julieta de los espíritus” (Federico Fellini, 1967)

“Peppermint Frappé” (Carlos Saura, 1969)

“La gran barrera del coral” (1969)

“Juventud, juventud” (Franco Rossi,1972)

“Metello” (Mauro Bolognini, 1971)

“Alicia Alonso: Carmen” (Antonio Reboiro, 1970)

“ICAIC 15” (1974)

“Mundo multicolor” (Gueorgui Diulguerov, 1974)

“El arte del tabaco” (Tomás Gutiérrez Alea, 1977)

“Sokolovo” (Otakar Vávra, 1976)

“Panorama” (Melchor Casals, 1977)

“Morir por la Patria es vivir” (Santiago Álvarez, 1977)

“La historia del ron” (Jorge Sotolongo, 1980)

“No hay sábado sin sol” (Manuel Herrera, 1980)

“Cecilia” (Humberto Solás, 1982)

“Los malos duermen bien” (Akira Kurosawa, 1960)

“El broche blanco” (Martin Fric, 1960)

“El asesino” (Elio Petri, 1961)

“Hara Kiri” (Masaki Kobayashi, 1963)

“Terciopelo negro” (Heinz Thiel, 1964)

“La tía “Tula” (Miguel Picazo, 1965)

“La noche más larga” (Valoradev, 1967)

“Mata Hari” (Jean-Louis Richard, 1966)

“El caso de los dos señores” (Tadeusz Chmielewski, 1966)

“La Reina del Chantecler” (Rafael Gil, 1966)

“La ley del sobreviviente” (José Giovanni, 1969)

“Vida de familia” (Kenneth Loach, 1976)

“Viva el artista” (Yves Robert, 1974)

“Siete días” (Mircea Miroiu, 1974)

“Los celos y la medicina” (Janusz Majewski, 1974)

“Cariño” (Ludmil Staikov, 1974)

“La chica terremoto” (Peter Bogdanovich, 1975)

“La tierra prometida” (Andrzej Wajda, 1975)

“La leyenda de Paul y Paula” (Heimer Carow, 1976)

“Un hombre con suerte” (Lindsay Anderson, 1977)

“Nosotros” (Luis Felipe Bernaza, 1977)

“El inocente” (Luchino Visconti, 1978)

“Muerte en el Nilo” (John Guillermin, 1978)

“Solo un pueblo en revolución” (Octavio Cortázar, 1979)

“Pieza inconclusa para piano mecánico” (Nikita Mikhalkov, 1979)

“Los sobrevivientes” (Tomás Gutiérrez Alea, 1979)

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