Alejandro Escobar. Retrato.

«El fantasma del arte ligado al concepto de diseño», así se refirió el diseñador cubano Darwin Fornés, en su reciente entrevista exclusiva a Diseñadores cubanos por el mundo, a la cuestión de la relación entre diseño y arte. A Darwin le habíamos pedido su opinión sobre la cuestión de las dos tendencias en el diseño cubano, enunciada en un artículo de 2016 por el diseñador cubano Alejandro Escobar.

¿Es el diseño arte? ¿Existen diseños artísticos y diseños técnicos? ¿Qué relación debe existir entre estas dos dimensiones en nuestra profesión? Son preguntas que nos hacemos desde muy temprano, desde que empieza a interesarnos el diseño, y que acompañan a muchos de nosotros a lo largo de toda su vida activa.

En el mencionado artículo, titulado «El diseño cubano y sus dos tendencias», el diseñador cubano Alejandro Escobar, también profesor del ISDi, exponía que percibe en Cuba «dos tendencias entre los diseñadores: la de los que van más al diseño museable, a las galerías, más vinculado a lo artístico; y la que defiende un diseño más técnico, totalmente por encargo, más comercial, donde el diseñador es anónimo y no se compromete con ningún estilo». Más adelante, en el mismo texto, el diseñador expresaba que no se explica por qué estos dos aspectos no podrían confluir, ya que tienen significativos puntos en común.

Hoy les proponemos nuestro diálogo con Alejandro Escobar sobre esta cuestión.

Alejandro, primeramente, cuéntanos sobre el contexto de tus consideraciones publicadas en el mencionado artículo

Estos criterios surgieron en una entrevista que me hicieron en el espacio de la Bienal Internacional de Diseño de La Habana en 2016. En ese momento me cuestionaba el por qué de dichas tendencias en nuestro entorno, y realmente me refería sobre todo a que veo muchos puntos en común entre dos campos de acción que desde el diseño a veces se enfocan con un aparente distanciamiento, como son la identidad visual y el cartel. Si bien la cartelística siempre se ha asociado más con ese diseño vinculado a lo artístico, y la identidad al entorno institucional o comercial, no dejo de defender que la relación entre estas materias del Diseño de Comunicación Visual es sumamente estrecha. De entrada, hay dos preceptos esenciales para ambas: la genialidad del concepto y la síntesis de la idea. Cumpliendo con ellos, me atrevería a afirmar que se logra un alto por ciento del éxito, aunque por supuesto, hay otros elementos que influyen en el resultado y no deben ser para nada descuidados como el estilo gráfico, la armonía de colores, la composición y la selección tipográfica. A veces veo una muy buena idea, con un nivel de síntesis tremendo y sin embargo el resto de los elementos citados no la acompañan. Ante ello siempre expreso lo mismo: ¡qué lástima, pudo ser perfecto! 

¿Cómo se articula para ti la relación entre lo artístico y lo técnico?

Las particularidades distintivas del diseño respecto al arte son conocidas: se concibe para reproducciones seriadas y no como pieza única, proviene de un encargo definido que, por lo general, tiene finalidades que lo mismo pueden oscilar entre emitir mensajes de bien social que en generar ganancias de ventas en el ámbito comercial, por poner dos ejemplos típicos. Algo que me parece muy característico y que tiene que ver con esa reproducción seriada, es que se concibe para circular entre las grandes masas. La adaptación previa a los requisitos de la industria es otro de los elementos diferenciadores. Sin embargo, considero que el vínculo entre lo artístico y lo técnico en nuestro quehacer van de la mano, pero, a mi juicio, el diseño no es arte, aunque en muchas ocasiones pueda trascender como tal. Para la concepción de un diseño se parte de objetivos trazados, se realiza un extenso levantamiento de información y se toman en cuenta disímiles elementos técnicos que regirán nuestro resultado. No obstante, considero que de igual manera se necesita cierta dosis de talento artístico pues, a fin de cuentas, nos dan un problema, pero la solución aflora de nuestro intelecto y sensibilidad.

El asunto de las tendencias lo percibo como dos directrices palpables de nuestra profesión. Por una parte, el diseño que se expone y que por ende visibiliza al creador o grupo de diseño; por otra, el que circula entre nosotros con gran impacto, pero ni siquiera llegamos a saber quién fue su autor. Este último, de cierto modo, es un diseño anónimo. Grandes maestros y estudiosos de nuestra profesión afirman de manera categórica que esa es la esencia de nuestro quehacer, el anonimato, pero a medida que los diseñadores comienzan a destacarse y logran impactar de forma positiva con sus proyectos es inevitable que además del halago al resultado, nos interesemos en conocer quién fue el autor de esa solución. 

¿Cómo se manifiestan concretamente estas dos dimensiones en el perfil del diseñador?

Es muy importante tener en cuenta que un mismo diseñador puede desenvolverse en ambos espacios con éxito. De hecho, esa es la norma de los que participan de forma asidua en concursos, exposiciones y bienales de diseño, pues en estos espacios un alto porcentaje del diseño que se muestra proviene de trabajos realizados anteriormente por encargo e implementados. Este tipo de diseñador, obviamente, tiene una obra mucho más visible. De forma diametralmente opuesta, hay otro grupo que desarrolla el grueso de sus carreras desligados por completo de esos espacios, aun cuando sus proyectos tienen potencial e impacto suficiente como para ser expuestos y de ese modo mostrar la utilidad y necesidad del diseño en el mundo contemporáneo.

Creo que el campo de acción en que se especializan uno y otro es un factor clave. Es conocido que hay muchísimas más convocatorias a concursos, exposiciones y bienales de carteles, que para otras áreas del diseño. A nivel nacional es imposible dejar de mencionar el importante papel de promoción en esta dirección que desde hace algunos años viene desarrollando de forma sostenida el proyecto CartelOn. Internacionalmente abundan las bienales para esta modalidad, entre ellas algunas muy reconocidas como las de México, Bolivia o Polonia, que acogen lo mejor de esta rama en cada edición. Sin embargo, no hay certámenes con un nivel similar para resultados de diseño de logotipos, sistemas de identidad en general, stands o sistemas señaléticos, por solo citar algunos otros campos.

Aun así, percibo que a medida que se valora más la actividad a nivel de país, se suman premios de convocatorias integrales en los cuales este tipo de proyectos pueden participar, como son los convocados por la Oficina Nacional de Diseño que mantiene cada dos años su Premio ONDi para Diseño de Comunicación Visual e Industrial, la Asociación Cubana de Comunicadores Sociales o la propia Feria Internacional de La Habana. A nivel mundial ocurre algo similar, cada vez se amplía más el diapasón. Ahora mismo la Bienal Iberoamericana de Diseño de Madrid está convocando con bastante insistencia a que se envíen proyectos para concursar en disímiles categorías.

¿Y en tu caso?

Por lo general combino estos dos espacios, pues diseño tanto para exposiciones y concursos en que se piden obras inéditas o trabajos ya implementados, como para proyectos generados por encargo mediante un compromiso contractual. Ahora bien, considero oportuno reflexionar en cuanto a algo: se puede generar un diseño lo mismo para un concurso, exposición o por inspiración personal, cuya vida útil será una galería, las redes sociales o la pared de una habitación, como mismo para una publicación impresa, valla o espacio televisivo. Sin embargo, la gran diferencia radica en que en estos últimos casos el aspecto técnico tiene un papel más preponderante que en los primeros, pues se deberán tomar en cuenta requisitos de diseño preestablecidos que condicionarán el resultado, sin que ello le reste valor alguno.

Por otra parte, es interesante cómo en ocasiones diseñamos con un fin y obtenemos otro. En mi caso, por solo citar un ejemplo, nunca sospeché que un cartel realizado a partir de una convocatoria para una exposición del proyecto martiano del ISDi En todas partes Soy, tendría tan amplia difusión. Aunque quedé muy satisfecho con el resultado, no pude prever en aquel momento que pasaría a ser la identidad de ese espacio que actualmente reúne más de doscientos carteles de estudiantes y profesores del Instituto, que sería impreso en un número considerable de pulóveres e incluso que me llegaría a topar con él en exposiciones en las que ni conocía que estaba colgado. Ninguno de estos espacios era la finalidad inicial.

Para mayor alegría, par de años después de su realización, recibí la noticia de que por iniciativa de un estudiante de Diseño Industrial que apoyó la dirección del ISDi, se implementaría a nivel de escultura metálica a gran escala en el lobby de la universidad, espacio que, por demás, pasó a representar de manera simbólica el rincón martiano de nuestro centro. Por su ubicación da la bienvenida a cada joven que se inicia como estudiante de diseño. Teniendo en cuenta que pertenezco al claustro que los recibirá después en las aulas, realmente es muy reconfortante. Como ves, este proyecto se inició por un encargo concreto para un determinado tiempo y espacio, y fue variando su finalidad con el paso de los años.

Cartel. Alejandro Escobar. Martí.
Cartel. Alejandro Escobar. Martí. ISDI.

¿Ves alguna diferencia en la calidad o el valor de estas dos tendencias?

No creo en lo absoluto que estas tendencias demeriten un tipo de incursión respecto a otra. Los diseños que se mueven en ellas pueden tener el mismo valor, el mismo nivel de calidad estética y la misma funcionalidad, siempre y cuando se tenga claro qué finalidad útil está cumpliendo en cada contexto. Una cubierta bien diseñada y expuesta en un anaquel debe cumplir con la función de persuadir al observador a comprar el libro. Ese será su objetivo. La misma cubierta expuesta en una galería o exhibición de trabajos premiados, ya no estará promocionando el texto, sino al propio diseño en sí. En esta ocasión el objetivo será diferente, pero también útil, necesario. Es importante aclarar que con el término «tendencias» no me refiero a estilos, sino a modos de llevar a cabo la profesión y los resultados que obtenemos de ella. Por suerte y para bien del diseño, se hace cada vez más frecuente que en la mayoría de los casos, en un momento u otro como diseñadores entrecrucemos estos espacios.

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