Él me asegura que no constituye para nada un ejemplo a seguir. Cuando le pregunto por su estilo, me dice que padece una falta de estilo crónica. ¿Y qué? Encasillarse en una estética al punto de no poder adaptarse a las necesidades propias de un proyecto sólo provoca problemas de comunicación. Lo importante, y eso sí se reconoce en la obra de Erick, es tener la inteligencia de elegir las mejores y más pertinentes herramientas para expresar, en cada caso y de manera certera y poderosa, un concepto. Tener esa inteligencia que nace de la búsqueda de la eficacia comunicativa del mensaje y no de la búsqueda de popularidad artística o comercial que constituye la principal motivación de ciertos diseñadores.

Se desprende mucha pasión y una marcada posición moral del multipremiado trabajo de Erick Ginard, quien vive actualmente en México. Una poesía inteligente, delicada y sutil que también sabe golpear el ojo.

Cuéntanos sobre tu trayectoria de estudios

Nací en La Habana, en Marianao, en una familia de médicos por así decirlo. Siendo todavía muy niño a mis padres los enviaron a Las Tunas a realizar cierta labor formativa en aquella provincia y a ocupar unas vacantes de especialistas que hasta ese momento no existían en la región. Y, por supuesto, hasta allá llegamos mi hermano menor y yo. La «misión médica» que inicialmente sería por dos años se extendió hasta casi diez y, por este hecho, mis primeros estudios transcurrieron alternados entre escuelas tuneras y habaneras, pues ocasionalmente regresábamos a La Habana por algunos meses en medio de un curso escolar. De esa experiencia guajira siento que me quedó el amor por el campo y los animales, por la vida al aire libre y el sueño de ser veterinario o explorador de lo «salvaje». Después de pasar por el IPVCE de Las Tunas y por La Lenin, aterricé en la carrera de Diseño casi por accidente, ya que en ese tiempo sólo estaba seguro de que no quería ser médico. En el ISDi fui el peor estudiante que pude ser: nunca llegué puntual al primer turno, apenas prestaba atención a las clases (no sé, no podía concentrarme), mis amigos me hacían las tareas y, en general, casi todos los trabajos que pude terminar en esos primeros años resultaron lamentables. Creo que sólo al final de la carrera logré centrarme un poco, aunque terminé todavía preguntándome si realmente era «esto» lo que quería hacer toda mi vida.

¿Para qué medios o soportes de comunicación sueles diseñar con más frecuencia?

Después de graduarme probé casi todos los senderos de nuestra profesión, pero fue el diseño editorial el que me enamoró. Es el medio impreso el que más me gusta y el que más busco diseñar en cualquiera de sus soportes.

Ilustración para la revista Caminos, Cuba.


Ilustración y diseño de cubierta para el libro Corazón, impreso en la Ciudad de México.


Ilustraciones y diseño de cubierta para Negro, libro publicado por HPress.


Se ve mucho cartel en tu obra. ¿A qué se debe tu apego a esta disciplina?

Creo que el hecho de comunicar un pensamiento con el mínimo de recursos me atrae intensamente, y el cartel tiene mucho de eso. O es precisamente eso. La simple imagen de un trozo de papel diciendo en unos segundos lo que tal vez una persona tardaría horas en explicar, me hipnotiza. Y, además, está la realidad de que aún sufro de faltas esporádicas de concentración y de que no puedo retener una idea por mucho tiempo, entonces el cartel (como ninguna otra disciplina) me permite librarme de ella, plasmándola como algo terminado, sin que me atormente en el futuro.

Has sido varias veces premiado. ¿Nos podrías mencionar algunos de esos premios?

Los concursos y premios de diseño, cuando son justos, son una lotería. No me atrevería a juzgar el trabajo de ningún diseñador a partir de los premios que ha ganado o ha dejado de ganar. Pienso que si un certamen está motivado por una buena causa y no es sólo un negocio en sí mismo para los organizadores o para alguien más, puede ser un excelente estímulo a la creatividad y al sano entrenamiento profesional. Participo en los eventos que creo identificar como «justos» o que me cautivan por algo que no sabría explicar… Entre los resultados fortuitos que me han dado esos juegos de apreciación pudiera incluir el Gran Premio de la Bienal Internacional de Praga, el Primer Premio del Festival Golden Turtle, de Moscú, el Premio de Plata y Premio del Jurado de los Premios Internacionales de Diseño de Taipéi, la Medalla de Plata de la Bienal Internacional del Cartel en México, el Premio de Cartel del Festival Internacional de Cine de San Sebastián y algún que otro reconocimiento menos pomposo en Japón, Alemania, Polonia, Grecia, China, India o Australia. Ah, y de vez en cuando me han regalado algo en Cuba.

Butterfly trap (Trampa para mariposas), cartel ganador en el Festival Golden Turtle, Moscú. 2017.


Erick Ginard Katherine Paz cartel 15BICM

El cartel diseñado por Erick Ginard y Katherine R. Paz sobre la temática “Cancha Pareja para emprender y competir” obtuvo la medalla de plata en la categoría D (Cartel socioeconómico), en la decimoquinta Bienal Internacional del Cartel en México. 2018.


Eco-gráficos para The Golden Turtle Festival, Moscú.


Distinción honorífica “5º Concurso Internacional de Carteles del Museo de Tipografía” de Creta, Grecia. 2019.


Cartel para «Stop Hate Poster Show» en Poznań, Polonia.


«Stop Hate Poster Show» en Poznań, Polonia.


¿Cómo definirías tu estilo?

Minimalista, si pudiera. Experimental siempre, quisiera. Pero creo que más bien al día de hoy mi obra muestra una falta de estilo crónica. Más allá de adaptarme al medio o a la naturaleza de un encargo específico, cada vez que he logrado identificar rasgos coincidentes en algunos de mis trabajos, casi al instante los he relacionado con la torpeza de no haber podido hacer algo mejor en esos casos y los he visto como repeticiones de otro algo anterior producto de esa incapacidad de lograr lo novedoso. Y por el contrario, las cosas que por momentos siento que más me definen, las que no me molestaría que pudieran identificarse como mi estilo, resultan que no se parecen a otras que ya haya hecho y, por tanto, no pueden definirse como tal.

¿Te preparas de alguna forma para encontrar esas ideas geniales? ¿Nos puedes describir tu proceso creativo?

Realmente me encantaría poseer esas ideas geniales que mencionas y prepararme de la manera que fuera para encontrarlas con la mayor frecuencia posible. Pero no creo ser muy sistemático en nada. Tal vez la única metodología rescatable de mi proceso creativo sea la de pensar y repensar inconscientemente un proyecto aún cuando estoy dedicado a otra cosa… el no conformarme o el padecer una especie de insatisfacción patológica. El creer en el resultado impensado. Obviamente, existen encargos que inevitablemente transitan por caminos conocidos o moldeados por el oficio, pero sería un atentando al propio «proceso creativo» el creer que siempre sabremos adónde nos conducirán.

¿Nos puedes citar alguna obra por la que sientas un cariño especial o de la cual te sientas especialmente orgulloso?

Siento un cariño especial por el trabajo editorial realizado en Cuba para el Centro Memorial Martin Luther King, Jr. (CMLK). Allí llegué prácticamente recién graduado y, entre otras cosas, aprendí a componer textos furiosamente. Creo que en unos cinco años los cuatro gatos que integrábamos el Programa de Comunicación Popular publicamos más de 120 libros, cuadernos y revistas. Recuerdo haber hecho de todo: diseñar pautas y perfiles de colección, muchas portadas, maquetar, corregir textos con los editores, ilustrar, fotografiar, improvisar, gestionar la producción con los escasos proveedores que existían, revisar pruebas de impresión, en fin, lo necesario para que todo el material social que allí se cocinaba pudiera, como mínimo, degustarse con dignidad.

Al mismo tiempo, coincidía por aquellos días que a veces a mitad del proceso de diseño e ilustración de una revista, tenía que estar maquetando dos libros a la vez y en las madrugadas diseñando en caliente el Diario del Festival del Nuevo Cine Latinoamericano o el de La Feria Internacional del Libro de La Habana, envuelto en una especie de frenesí creativo en medio del cual nunca estuve solo. De ese trabajo en equipo, o de esos equipos de trabajo, me siento también especialmente orgulloso.

Cartel para el minimalista «Hamlet» de Paper Theater Collective. «Un hombre, un trozo de papel doblado, que mira dentro de sí y pierde la cabeza al mismo tiempo».


Primer Premio en el Concurso de Carteles, convocado por el Centro Cultural Pablo de la Torriente Brau, de La Habana, dedicado a los 10 años del festival A guitarra limpia. 2008.


¿Cuáles han sido tus principales experiencias profesionales y qué te han aportado?

Mis principales experiencias profesionales, al menos las que creo que más me han aportado como ser humano y que de alguna manera también han definido parte de lo que hago, pudiera resumirlas en dos: la primera sería esta que ya he mencionado concerniente a mi trabajo en el CMLK; la segunda tendría que ver con mi llegada a México y el verme involucrado en la creación y dirección compartida de una empresa que no mucho se relacionaba con lo que había hecho hasta ese momento, masconcreto.com. Ambas vivencias, aunque muy diferentes entre sí, me exigieron de un modo muy particular un acelerado crecimiento personal y me hicieron valorar la existencia de una dimensión social y colaborativa que luego sentí debía poseer mi trabajo.

¿Cuáles o quiénes son tus referencias?

Muchísimas. No creo poder nombrarlas a todas.

¿Nos puedes citar alguna obra de otro creativo que te haya llamado la atención, inspirado, que recomendarías ver?

Actualmente no leo ni estudio demasiado, pero hay una entrevista de cinco minutos a Milton Glaser que a inicios de este año me gustó muchísimo y que, sin duda alguna, recomendaría. La filosofía de este Glaser de 90 años me hizo redescubrir fragmentos de mis propios pensamientos-sentimientos (bueno, creo que eran míos) que estaban atascados en alguna parte por ahí. Y me hizo muy feliz. Acá les dejo el enlace, por si se embullan.

Has creado numerosas obras de tema social o medioambiental. Para ti, ¿cuál es la misión del diseñador en la sociedad? ¿Qué podemos aportar de manera concreta como profesionales?

Opino que, al margen de seguir la premisa clásica de «trabajar para un mundo mejor» (o como consecuencia lógica de esta), la misión del diseñador debería ser insurgente por defecto. No creo que la labor social o medioambiental de un profesional del diseño pueda resultar más significativa que la de un maestro ni que aquella que realiza la persona encargada de la limpieza en las calles de la ciudad, pero el tener una voz amplificada conlleva una responsabilidad que no se puede eludir. Me gustaría crear un cartel dirigido a diseñadores que comunicara algo así como «Tenemos la obligación de empeñar toda nuestra energía, nuestro conocimiento, nuestros recursos en elaborar y difundir mensajes de bien común para todos los habitantes del planeta y para bien del propio planeta», pero hasta a mí me daría risa. Cada quien tendría que descubrir qué puede aportar de manera concreta como profesional. Como humano. De seguro todos tenemos algo que dar y no es opcional darlo.

Rain. Cambio Climático, ilustración para Warm it! Australia.


e-Waste. Basura electrónica. Cartel para BICebé, Bolivia.


Tolerance. ¿Qué tan tolerante eres? Cartel para Emirates International Poster Festival (EIPF), Dubai.



En la presentación de tu cartel en la sección Poster Monday del proyecto Poster Poster, se dice que todo el mundo en Cuba diseña carteles desde estudiante. ¿Qué crees de esta afirmación acerca de la omnipresencia de esta disciplina gráfica en la Isla?

Siempre he tenido la sensación de que el cartel cubano mantiene cierta omnipresencia sobre otras disciplinas gráficas en la Isla, al menos desde mi punto de vista. En mi caso puntual (y en el de todos mis compañeros de año), me salté esa clase. Resulta que el semestre que nos tocaba la asignatura de Cartel, se enfermó Rostgaard y, entre esa y otras coincidencias, nos quedamos sin recibir la materia. Luego, durante un ejercicio de quinto año, tuvimos que improvisar unos carteles de bien público cuyo proceso sin metodología alguna disfruté mucho y, bueno, tal vez también por eso sospeché que si nosotros lo habíamos hecho sin haberlo aprendido formalmente, entonces «En Cuba, todo el mundo diseñaba carteles desde que era estudiante».

¿Desde cuándo vives fuera de Cuba? ¿Qué experiencias, positivas o negativas, te ha aportado esta circunstancia?

Vivo fuera de Cuba desde hace diez años y esta circunstancia me ha aportado experiencias de todo tipo. Primero, siento que me ha abierto un mundo de posibilidades profesionales en el que ni siquiera pensaba estando en Cuba. También creo que me ha permitido desarrollarme en ámbitos desconocidos y en entornos «salvajes» cuya exploración me ha resultado fascinante. Por otro lado, conocer las áreas grises y obscuras del mundo real no ha sido una experiencia muy placentera. Tampoco la nostalgia permanente del mar y del sol del Caribe.

Háblanos de Tojosa. Su filosofía, servicios, principales etapas de evolución.

Tojosa es un estudio, es un taller donde Katherine R. Paz y yo dirigimos y realizamos un ejercicio continuo de diseño. No es más que la práctica que hemos desarrollado juntos desde hace algún tiempo ahora cobijada bajo un nombre con un significado muy especial para los dos. Asumimos casi cualquier tipo de proyecto siempre y cuando este no comprometa la ética personal y profesional que compartimos. Hacemos de todo, pero mostramos sólo lo que más nos gusta y disfrutamos crear. Katherine es la artista más talentosa que conozco y es quien actualmente está al frente de la mayoría de los proyectos del estudio. Yo soy el blablablá.

¿En qué proyectos trabajas actualmente o cuáles son tus proyectos para el futuro próximo?

Mis proyectos para el futuro próximo incluyen un libro de temática dudosa e impúdica, un abecedario social latinoamericano (cuya idea sólo a veces me atormenta) y tal vez algunos carteles urgentes… si me salen.

¿Qué significa ser diseñador cubano?

Me imagino que algo parecido a ser un pincel que tengo, de una edad imprecisa e irrelevante. Le faltan unos cuantos pedazos del cuerpo y muchos más pelos. En Cuba, fue el único que tuve por mucho tiempo. Estaba solo en un vaso como en una isla. Con él improvisé mis primeras chapucerías y otras que sí me gustaron con la misma tinta mala. No necesitaba hacer mucho para que dibujara líneas gruesas y líneas finas, sólo apretarlo un poquito. Tampoco ahora necesita mucho para hacer lo suyo. Sigue inquebrantable.

Erick Ginard.


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