A propósito de la identidad visual diseñada para el 42 Festival de Cine Latinoamericano y de algunos argumentos de sus detractores

Por Darwin Fornés Báez

Lo confieso; soy hipocondríaco. Nunca les creo nada a los doctores. ¡Nadaaaa! Además, no entiendo lo que escriben. Y si yo no lo entiendo ¿cómo lo va a entender la señora de la farmacia o del laboratorio? ¿Cómo uno puede estar seguro de que le entregaron el medicamento correcto o el resultado correcto del análisis de caca? Supongo que mi condición mental me hace estar más atento a lo que me receta el doctor. Pero quién sabe cuántos mueren en Cuba cada año por este asunto de la mala caligrafía médica. Es un tema muy serio que merecería una investigación rigurosa de las que hace la revista Alma Mater.

Mi relación complicada con los asuntos médicos me ha creado también una fobia al color verde; cromofobia. No a cualquier tono de verde de esos que evocan esperanza o naturaleza, o piel de zombie (1). Fobia al verde quirúrgico; PANTONE 3395 C, diría mi amigo diseñador El Durako (2), si se pone pedante. Yo sé que cuando pase por el Vedado y vea el cartel del 42 Festival de Cine, por culpa de ese color vendrán a mi mente flashbacks de malas experiencias médicas. Espero no tener un ataque de pánico, espero estar acompañado si convulsiono. Ya vieron el cartel, ¿no? ¿El del Festival? 

Cartel del 42 festival de Cine de La Habana

Yo no pienso ir al Festival de Cine este año y es por culpa de ese cartel. Por cierto, salió muy mal parado en la encuesta que hizo la revista Alma Mater a casi 170 cubanos. De los 250 000 espectadores que hubo el año pasado en las filas para entrar a los cines durante el Festival este año habrá casi 170 menos. ¡Casi ciento setenta! Yo prefería las imágenes de los festivales de hace muchos años. No sé…; la del festival 27, la del 26, la del 22… (3) La del 26, por ejemplo, sí tenía el número bien grande y en rojo; hasta se leía desde la otra acera. Su diseño sí sobrepasaba el nivel básico de la comunicación. Y ya sabemos que aquí en la patria el número 26 es bastante evocador…

Lo que me pone triste con esto del cartel del Festival es que he tenido un par de encontronazos con mi amigo diseñador El Durako por este temita. Él dice que la encuesta es una mierda porque no tiene rigor y que la muestra de encuestados no es representativa de la población que va al festival. Pero ¿qué sabrá él de eso? ¡Pipo, la revista Alma Mater está fundada desde 1922! ¡Más respeto! Es verdad que había palabritas raras en la encuesta como «efectividad de la gráfica» o «solución gráfica», pero no hay que ser tan perfeccionistas, brother. 

Ayer me salió con tremenda teoría. Me enseñó libros y todo. Dice que un famoso ahí del diseño, un tal David Carson, hace como treinta años ya aclaraba que no había que confundir legibilidad con comunicación. ¡Di tú! El Durako se me puso como el más académico. Me dijo que en este cartel del festival la letra del médico no era el texto sino parte de la imagen y del concepto; que la letra puede ser un recurso plástico y completo en sí mismo (4), que el valor semántico de la letra no se reduce a su contenido verbal sino que tiene que ver también con su estructura formal (5), y que el texto para leer estaba en el cuño, en la parte de abajo del cartel, clarito clarito. ¡Oye, se puso rooojo! Yo me partí de la risa con to’ ese ataquito y le dije: “asere, relax que estás peor que yo en el cuerpo de guardia del policlínico”. Y nada, se le bajó la intensidad y nos fuimos por unas cervezas con los socios antes de que volvieran a poner a La Habana en cuarentena.

Con un par de cervezas encima le dio por la melancolía y volvió a sacar el tema. Me dijo: “asere, es que no tienen que hablar mal de la campaña entera porque na’ ma’ han visto el cartel. Haciéndose los de la encuesta ni na’ de eso… Además, el cartel está bueno y bien… To’ esto es por culpa de Beatrice (6)”. Yo no entendí más nada de lo que dijo. Al ratico se quedó dormido donde estaba sentado. El Durako es buen socio y se echaba tremendos madrugones en la universidad para sacar 5. Le ha ido bien, pero se le mete adentro al drama del diseño como si le fuera la vida en eso. Es un loco.

Na, me hizo dudar. Seguro sí le descargo al festival este año y bien. Es lo que recetó el doctor. Además, una pila de jevitas van siempre. Mejor me llego por las tardes porque me da la pulmonía con el sereno si ando de noche en la calle. Y si el verde del cartel me paniquea mucho ahí está El Durako, mi brother, que ya sabe qué hacer cuando me da la convulsión.


(1) Jose Antonio Tostado Reyes refiere que «en el afán de darle al diseño un corpus teórico desde la academia, se dan por ciertas algunas suposiciones o falsas teorías basadas en nebulosas fundamentaciones que pareces estar más legitimadas por el uso y la costumbre «. Jose Antonio Tostado Reyes, «Diseñar y educar es pensar», en Memorias del Congreso Nacional sobre Educación Superior de las Artes, Universidad de Sonora, 2017, p. 146.

(2) Personaje basado en la polémica caracterización de los diseñadores cubanos que fuera publicada el pasado 13 de Mayo en la sección «Quién le pone el cascabel al látigo» de la Revista Alma Mater en su versión digital.

(3) Carteles del Festival, http://habanafilmfestival.com/galerias/carteles-del-festival/. (Consultado el 11 de agosto de 2020).

(4) Jose Antonio Tostado Reyes, «Aproximación al tipografismo como elemento gráfico-expresivo en las artes: el caso de las vanguardias del siglo XX», en Horizontes, procesos y novedades en la creación artística y cultural, coord. Pamela S. Jiménez, Hugo Chávez y Entonio Tostado (Querétaro: Universidad Autónoma de Querétaro, México, 2018) p. 125.

(5) Francisco Calles, «Metáforas tipográficas y otras figuras», en Ensayos sobre diseño, tipografía y lenguaje (2004) p. 87.

(6) Beatrice Warde fue una estudiosa de la tipografía autora del famoso ensayo «La copa de cristal» (publicado en 1955) donde promovió que la letra impresa, para cumplir su función portadora de lenguaje, debía ser despojada completamente de su cualidad estética.

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